Trabajamos
veinticinco horas al día. Todo es tan mágico y perfecto cuando caminamos por el
parque a la hora de almuerzo y nos regresamos tomados de la mano. Sin embargo,
toda esa magia se va a la misma mierda cuando aparece una chica al frente de nosotros.
Tu cabeza gira noventa grados, sonríes y tu mirada va directo a la parte más
abultada en ella. El ritual termina con una de las siguientes frases:
"Amor, ¿has visto ese rabo?" "Esa huevona no tiene
tetas","Mírale las piernas". Es en ese preciso momento en que me
pregunto qué rayos pasó en tus neuronas para decirme eso: ¿Soy una pata más? ¿Me has visto la cara de cobrador de combi? Definitivamente no me importa
el tamaño de cada teta, ni cuánto mide el trasero de aquella señorita que acaba
de pasar. Sería más fácil si respiraras unos diez segundos y te callaras .
Entiendo que eres hombre y que eres más visual que yo pero eso no te da derecho
a vomitar asquerosidades al frente
mio. El problema no eres solo tú sino además de eso tus queridos amigos.
Un día
estábamos en la oficina y mirábamos a una chica en el Facebook. Te la enseñé
porque todos mis amigos de la universidad se morían por ella. Rubia, ojos
claros, buen cuerpo y mirada angelical eran sus atributos por las que cualquier
hombre se moriría por ella ( tengo testimonios). Mi jefe paso a nuestro lado,
miró de reojo y vociferó: “ A esta le puedes hacer carretilla”. Lamentablemente, una llamada telefónica interrumpió las groserías que le iba a lanzar a
mi querido jefe y que iban a ser las rezones por las que pierda el trabajo.
Respiré profunamente luego de cortar el teléfono y sonreí.
Quizás
uno de los códigos de amistad masculinos es hacerse barra el uno al otro: “A esta sí la revientas”, se dicen. Sin embargo a
nosotras nos da igual qué le harán, cómo la cogeran o cuantos orgasmos
ocasionarán. No nos importa que hablen, nos importa que actuen. Hablen menos
toquen más. Detrás de una sonrisa coqueta de una mujer a las ocho de la mañana
hay un buen hombre que le hizo un sexo oral a las tres de la mañana (Gracias, amor). Detrás de un buen humor femenino hay un novio que nos espera en la casa
( Allí voy).
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