viernes, 24 de mayo de 2013

Manías mías



El frío ya llegó y el abrigo no es suficiente. Ayer me prestaste tu chalina, muy tejida, llena de tu aroma, gesto tuyo al verme tiritando. Pronto me pondré unos guantes, como hace meses atrás, el año pasado, cuando aún llegaba la primavera e íbamos a los bares abrigados -yo al menos- y se me antojaba tomar cerveza con guantes, aunque después me los quitara por incómodos, porque el vaso se me escapaba, porque quizá para beberla también hay que sentir helada la mano. Siempre me da mucho frío, mucho frío. Quizá porque soy flacuchento. Lo digo porque hoy mientras leía a Javier Marías en el carro, una monumental señora me pidió por favor abrir la ventana, como si hiciera una calor agobiante, cuando quizá era su calor corporal, ella quizá era un sauna. Yo tengo frío. Disculpa si en la calle no te abrazo, porque quiero calentar mis manos en los bolsillos.

Soy hipocondriaco. Anteayer el tarado de Charlie esparció escarcha por toda la oficina, como si fuera confeti. Fue una estupidez, pero lo pero fue que me dijeras que la escarcha era vidrio ultra molido. "Eso fue lo que me dijeron cuando era chibola", dijiste toda inocente. La historia no podía ser cierta. Mi madre había trabajado toda su vida con escarcha y, créeme, si la extremista de mi madre no tiene miedo que la escarcha le caiga al ojo, es porque no es peligroso por nada del mundo. Lo peor es que querías sexo sucio y, retorciste mi mente, y te veía escarchada en varias regiones, en la mejilla, en la nariz, en el cuello, en el cabello. Tuve miedo rozar por allí, pasar por accidente, posar mis labios, mi lengua.

Antes de ante anteayer, quizá mucho antes de ese antes, me descargué el último disco de Daft Punk. No sé hasta cuándo me duré eso de oír una y otra vez todos los tracks de ese disco al que ya le agarré camote y lo he puesto entre mis favoritos. Sé que te estoy torturando oyendo a cada rato la número tres 'Giorgio by Moroder', pero qué bueno que te rías cuando ese viejo diga en la canción: My name is Giovanni Giorgio, but everybody calls me Giorgio. Tanto te ha 'gustado' que ya hasta quieres hacer una coreografía con esa canción. No sé hasta cuándo dure este encamotamiento. Si quieres, anda buscándome un nuevo disco para que me distraiga.

Por favor, cuando me veas comiéndome las uñas, pégame. Mándame una cachetada.

No lo hagas cuando leo, eso sí. El día es corto, tenemos trabajo y para colmo tenemos que postear en 'Juntos pero...'. Si te acompaño a almorzar (Te acompaño, porque tú vas a restaurantes; yo traigo mi comida) y llevo mi libro, no es que no quiera hablar contigo. Es uno de los pocos espacios que tengo para leer, uno de los pocos momentos. No me pidas más tiempo del que ya te doy. Es un librito, no te hace daño.

Quieres que te lleve al 'Play Land Park'. Me pasaste un artículo donde se decía que el parque de diversiones abría sus puertas en Lima. "¿No estás emocionado como yo?", preguntaste. No pues, un momentito amor, somos pareja, no nos hemos mimetizado. Iré, pero te digo, nunca me subí a un juego de esos. De chico les tenía fobia y hasta me daban ataques de pánico verlos de cerca, de lejos. Me alteraba el crujido tornillero, los gritos desmedidos de los tipos que se subían al Tagadá, o como se llame, me angustiaba la euforia de los pasajeros de la montaña rusa. Tuve miedo, vamos a ver cómo me va a ahora.

Al fin y cabo, son solo manías.

Dante

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